sábado, 29 de julio de 2017

Todo esto somos (o Huntington, el entusiasta)

Archer M. Huntington, por Joaquín Sorolla


Los pueblos prerromanos y sus cerámicas vistosas y adornos refinados; la Hispania romana, representada en piezas extraídas de Itálica (Sevilla) y de otros focos; el arte visigodo; las fabulosas arquetas y pequeños muebles realizados en Córdoba y luego reutilizados y reinterpretados en territorios de los reinos cristianos; los documentos de la Universidad de Mareantes de Sevilla, los mapas donde se ve cómo fue el progresivo descubrimiento de América, las cerámicas poblanas y telas de América del Sur; la representación vivaz y colorista de un acto religioso en Lima (Perú), los tres excepcionales Velázquez y los Goyas; los manuscritos de Carlos V, Isabel II a Felipe II o la deslumbrante colección de aldabas; la colección de retratos de las grandes personalidades de las ciencias, las letras y las artes, como Sorolla, Azorín, Juan Ramón Jiménez, Unamuno, Pérez Galdós, Pérez de Ayala, Torres Quevedo; los cuadros oníricos de interesantes pintores como Zuloaga, Anglada Camarasa o Isidre Nonell… Todo esto somos. Todo esto junto.

La colección, única en el mundo, recogida por ese entusiasta de Archer Milton Huntington, se muestra actualmente en el Museo del Prado de Madrid, hasta el próximo 10 de septiembre, aprovechando las obras que se acometen en la sede de la Hispanic Society en el Upper Manhattan, de Nueva York.
Una muestra que sin duda merece la pena ver (incluso varias veces) para recoger en un vistazo milenios de historia hispánica y retenerla en todo su espesor. Huntington se enamoró de la cultura española e hispánica cuando era un muchacho y había viajado a Europa desde sus Estados Unidos natales. Un libro despertó su interés y su curiosidad y, tras 10 años de lecturas y de intenso estudio, viajó directamente a la Península Ibérica, comenzando una relación que podríamos entender como un profundo idilio, por las profundas consecuencias que produjo: la mejor colección de la cultura hispánica fuera de España. Para Huntington, desde que tenía 30 años, su proyecto de crear una institución así en los Estados Unidos se unió con una profunda visión de futuro y con una combinación inteligente: la estima del pasado pero también la valoración de la España contemporánea, como muestra la segunda parte de la exposición, toda ella dedicada a la España del siglo XX.

Cuando Huntington empezó a mostrar en Nueva York su interés por España, le dijeron: “Pero, ¿qué interés puede tener una cultura muerta?”. Eran los años cercanos al 98 y a la caída de la conciencia nacional dentro de España, así como a cierto desprestigio de España en Estados Unidos. Pero él se dedicó a mostrar que eso de la “cultura muerta” no era más que un tópico perezoso y una visión un tanto automática de realidades humanas, que como tales,  requieren de un análisis poco apresurado y con cierta perspectiva. Quizá por ver a España con un poco de distancia fue capaz de verla en toda su amplitud, incluida su relación con América, pues él pensaba que la historia de España desde el XV no se podía entender sin América, ni la de esta sin España.  

Retrato de niña, de Diego de Velázquez



En los años siguientes fue atesorando 18.000 obras de arte, 250.000 manuscritos, 250 incunables, además de recopilar fotografías y de auspiciar dos exposiciones de Joaquín Sorolla en Nueva York, que modificaron (para mejor) la imagen sobre España.
Por si fuera poco, estaba pendiente directamente de la adquisición de cada pieza y quiso adquirirlas fuera de España (en Inglaterra, en Alemania), para evitar despojar a esta de sus propios tesoros artísticos y culturales. Empeño que continuó incluso en horas europeas difíciles, como las coincidentes con la guerra mundial.
Hay sin duda algo de fascinante en este idilio de Huntington con la cultura hispánica, pues muestra que con algo de generosidad y apertura hacia la realidad se pueden ofrecer, como decía Ortega y Gasset, “maneras nuevas de ver las cosas”.
El espectador podrá comprobar por sí mismo que Huntington, el entusiasta, cumplió su palabra: “Quiero conocer a España tal como es y dejarla reflejada en un museo. Poco más puedo hacer. Si consigo escribir un poema con este museo será fácil de leer” (Sevilla, 1898).
“I wish to know Spain as Spain and so express her in a museum. It is about all I can do. If I can make a poem of a museum it will be easy to read”.
Un museo que es un poema. Y escrito en español.
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Para saber más:
Enlace del Museo del Prado a la información de la exposición:

Vídeo de la Hispanic Socierty de Nueva York para la exposición “Tesoros de la Hispanic Society of America” en el Museo del Prado.

Conferencia pronunciada en el Auditorio del Museo del Prado con ocasión de la misma: “Orígenes de Tesoros de la Hispanic Society of America. Visiones del mundo hispánico”, impartida por Mitchell A. Codding, profesor de la Hispanic Society of America.