La Universidad Internacional de la Rioja (UNIR) es uno de esos
proyectos españoles paradójicos e insólitos que aparecen de vez en cuando: una
Universidad online, con vocación de llevar
la educación a todas partes gracias a las nuevas tecnologías y con la pretensión de tener un alto nivel de
exigencia y de capacidad de mejora.
¿Esto funciona? Pues parece
que sí, porque en sus pocos años de andadura, el alumnado pasa de 20.000 (con
demanda creciente), repartidos por varios continentes y la reflexión sobre las enormes potencialidades educativas de la
tecnología crece con ello. Logroño desborda de estudiantes y de doctores en
cada graduación anual. Que se olvide cualquiera de organizar algún evento en la
misma ciudad en fechas coincidentes con este acto académico, no va a poder
competir con el revuelo de titulaciones y togas durante ese fin de semana…
Pero no todo es virtual en
la UNIR, con ser esta posibilidad fascinante. Hay también otros proyectos asociados, y muy
presenciales. Es el caso de la Escuela
de Actores, en Arapiles 16, donde en esta primavera madrileña se está
llevando a cabo el 2º Festival de Teatro no profesional, que lleva a las tablas
obras interesantes y bien ejecutadas gracias a la Extensión cultural de la UNIR.
El domingo pasado tuve la
ocasión de ver El veneno del teatro,
una obra de Rodolf Sirera que bien se podría titular “Encerrona en palacio”: un
actor profesional es invitado por un excéntrico marqués a tener una entrevista
en su casa y al llegar, se encuentra con una
situación de lo más paradójica. Corramos de momento el telón: no desvelemos
más de la trama ascendente, pero sí diremos que, además del perpetuo tema
teatral del ser/no ser y del quién es quién, en esta obra también se encuentran
otras cuestiones, que tienen que ver con la reviviscencia de los grandes
personajes en las obras literarias y de cómo apropiarse de ellos.
Si has visto alguna vez el Don Juan, de Zorrilla, y los personajes
no se ajustan a lo que el temple de la obra requiere, o, por el contrario, has
visto El coloquio de los perros, de
Cervantes, y has descubierto con sorpresa que sí se responden a las
expectativas y puntos de vista perrunos, entenderás la cuestión. No podemos
llegar los espectadores al “dentro” del personaje si los actores no hacen el
esfuerzo de entenderlo y de revivir sus circunstancias, si se conforman con
hacer una “representación transgresora y moderna”. Hasta dónde pueden
representar y dónde el espectador debe poner lo que falta, es otro asunto, pero
lo que sí sigue siendo importante es mostrar
convincentemente el temple vital desde el cual esos personajes están hablando
y viviendo y desde la cual fue escrita la obra.
Es interesante tener en
cuenta un aspecto más, que va más allá de la convincente puesta en escena (los
muy contados actores llenan ellos solos el escenario) y es que en cierto
momento se trata de encarnar a Sócrates,
según la Apología de Sócrates escrita
por Jenofonte. Con un punto de vista algo distinto al de Platón en el Fedón, el de Jenofonte presenta un
Sócrates más trágico y ceremonioso, mientras que el de Platón sigue más bien
ironizando y desconcertando hasta el último momento, como si la cosa no fuera
con él.
Toda una agradable sorpresa
socrática en las tablas madrileñas de esta primavera, hecha con la ilusión de
los actores no profesionales. Ojalá la Escuela de Actores de la UNIR siga
fomentando en sucesivas primaveras otras representaciones
de calidad y realizadas con cierto esmero.
Por
Nieves Gómez Álvarez
El 2º Festival de Teatro no
profesional sigue durante todo el mes de abril. Se puede ver el programa en el
siguiente enlace: http://www.unir.net/vive-unir/cultura/noticias/el-festival-de-teatro-sale-de-nuevo-a-escena-en-unir/549201728614/
Una referencia a esa obra de
Jenofonte: http://www.paginasobrefilosofia.com/html/jenofonte/
Un tráiler de la obra, en
otra representación de 2012 en los Teatros del Canal de Madrid: https://www.youtube.com/watch?v=HeYVZ7CJDrs