viernes, 8 de febrero de 2019

Más novela, más rescate y más historia



 
Los escritores Elvira Roca, Isabel San Sebastián y José Calvo Poyato

La historia de España despierta pasiones. Buenas pasiones. Se ha visto, una vez más, en el curso “La novela al rescate de la historia de España”, celebrado recientemente (del 28 al 31 de enero) en el Espacio Cultural Mira de Pozuelo de Alarcón, que prolonga y completa el organizado el verano pasado en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en Santander. En él los escritores que integran el grupo “Escritores con la historia” han dedicado cuatro sesiones a pensar y a imaginar con algo de esmero la historia de España, desde diferentes puntos de vista y desde diferentes instalaciones territoriales, pues este grupo lo integran escritores que viven por toda España y que organizan eventos por toda la piel de toro. Lo primero que ha llamado la atención (incluso a los organizadores) ha sido la inmensa afluencia de público. Un público español culto y mesurado, que en tiempos de desorientación como los que vivimos, necesita mirar a sus intelectuales y a los sabios para que les enseñen a interpretar el presente teniendo a la vista la historia. A la sala inicial, que se llenó en la primera sesión (dejando 100 personas fuera) siguió un llenazo completo en el Teatro Mira, de 600 plazas. Y ¿qué iba a escuchar todo este público en cuatro tardes lluviosas del invierno madrileño?

Pues iba a escuchar un Manifiesto, escrito por Antonio Pérez Henares (escritor y periodista) y leído por Isabel San Sebastián (escritora), en el que se dicen cuestiones tan interesantes como estas:

“La Nación con la historia quizás más rica y asombrosa de la Tierra vive bajo la creencia de que debe avergonzarse de ella. El prejuicio ha sido asumido como parte de un supuesto pecado original y ha ido más allá de la propaganda  de naciones e imperios enemigos  para convertirse en dogma propio de un sector y una posición ideológica. Los españoles no solo estamos en cabeza de los crédulos en nuestra propia Leyenda Negra sino que la enseñamos en las escuelas y la convertimos en dogma de fe del “progresismo” en las cátedras universitarias. Hasta tal punto llega que hasta el propio nombre y el patronímico comunes quema en muchas bocas y hemos convertido a España en “Estepaís” y nosotros en “Estepaisinos”. Un buena parte de la población, anegada por ello ignora su historia  y la desprecia en la medida que la ignora o la entiende como un estigma colectivo. Las tensiones separatistas, las pulsiones nacionalistas y la educación desvertebrada sin relato común han agravado aún más el problema y los libros de texto de cada una de las autonomías, y en particular las que con ellos incluyen el mensaje nacionalista, lo han exacerbado.

Pero, y quizás debido a ese acoso, a esa contumacia en la ofensa y el menosprecio, algo está sucediendo, algo se ha despertado y se levanta. Los españoles quieren saber sobre sí mismos, quieren reconocerse en lo que fueron, quieren reencontrarse con España y en ella y no en la avergonzada caricatura en la que se ha pretendido estabularles. Eso está pasando. Y se está viendo al mismo tiempo en los balcones como en los estantes de las librerías.

La Historia de España, y esta es la gran novedad cada vez más pujante y para algunos sorprendente, apasiona, ¡qué cosas!, a los españoles y el auge de la Novela Histórica, creciente y sostenido, es el reflejo de ese interés y esa auténtica hambre de conocimiento y de equilibrio y veracidad […]” (el Manifiesto entero se puede leer en la web de “Escritores con la historia”: http://www.escritoresconlahistoria.es/?fbclid=IwAR2zvK7lccRDWiNYmqgaTtAQaWOo5-y38BzT9gegIpsomZylV4CTuIH1QPk)


En la mesa, Antonio Pérez Henares y leyendo el Manifiesto de los escritores 
que defiende el "patriotismo cultural", Isabel San Sebastián


Todo ese público iba a escuchar, atenta y respetuosamente, intensas sesiones históricas de Isabel San Sebastián, hablando sobre “El Renacimiento de la Nación Española tras la invasión musulmana. De La Visigoda a la Peregrina”; a Antonio Pérez Henares, tratando sobre “El combate trascendental contra los imperios yihadistas (almorávides y almohades)”, así como a José Luis Corral, con el muy actual título “La Corona de Aragón: la manipulación de la historia y la novela. ¿Existió alguna vez la “corona catalana”?”, a Juan Eslava Galán, quien deleitó al público explicando “La historia de España a través de la pintura. El Museo del Prado” (que está cumpliendo en este 2019 su doscientos aniversario con plena salud). También participaron en este interesante ciclo los insignes andaluces José Calvo Poyato, quien trató sobre “La defensa del Imperio. La lucha contra los ingleses en el siglo XVIII y Gibraltar” y Elvira Roca Barea, quien, irremediablemente, tuvo que explicar los fundamentos de la “Imperiofobia y leyenda negra”, prolongando las profundas investigaciones de la obra que sigue siendo un super ventas. Finalmente, la realidad vasca fue traída de la mano del profesor y escritor Fernando García de Cortázar, quien cerraba el ciclo con sus reflexiones sobre “El País Vasco y Navarra en la configuración de España”.

Pienso que si el ciclo hubiera durado otras cuatro tardes, otros cuatro llenazos totales se hubieran producido en el Espacio Cultural Mira o quizá en un espacio mayor de Pozuelo. El público español está ávido de unas reflexiones serenas, maduras y con altura de nuestra identidad colectiva, que responda a los difíciles momentos históricos que nos está tocando vivir.

Ahí van algunas muestras de las mismas.

José Calvo Poyato, que ha escrito una novela sobre la fascinante figura de Jorge Juan, marino, matemático y espía, titulada El espía del rey, comenzó explicando que la España del siglo XVIII sigue siendo una enorme potencia en Europa y que era la que tenía el imperio más extenso, desde el punto de vista geográfico. Existe el imperio y sigue existiendo la voluntad de defenderlo. Una de las mayores muestras de que España seguía siendo grande es que otras grandes potencias seguían buscando alianzas con ella. A lo largo de su exposición reivindicó la enorme figura de Blas de Lezo, el defensor de Cartagena de Indias (antes, por cierto, y con otro temple, de que este vasco genial estuviera en boca de los cineastas españoles), así como las de Gutiérrez de Otero, que venció a Nelson en las Islas Canarias, a Bernardo de Gálvez, un malagueño clave en el proceso de independencia de los Estados Unidos, y al mismo Jorge Juan, que viajó a América para demostrar la intuición de Newton sobre la forma de la tierra y que, aprovechando sus viajes a Londres, trajo a España personas capaces, lo que hoy serían ingenieros navales, para renovar la flota española. Así lo mostraron los siguientes años, en los que los astilleros españoles, es decir Vigo, Cádiz, Cartagena y La Habana vieron salir una serie de barcos excelentes.

Una de las claves de la recuperación del proyecto colectivo, por tanto, sería la prolongación de estos rasgos del siglo XVIII español: una España consciente de su grandeza, culta y cultivada, científica y audaz, capaz de dar personalidades sólidas, de enorme patriotismo y alta moralidad.

Por su parte, la escritora y profesora Elvira Roca explicó, con su habitual buen humor, que la Leyenda negra es una “fracasología”, que consiste ante todo en focalizar la atención hacia un punto concreto y desdibujar todo lo demás, haciendo por tanto, que las jerarquías de estimaciones estén deformadas.

Siendo cierto que el siglo XVIII español seguía siendo una gran potencia, sí que había pasado algo: fue un proceso de “subordinación cultural”, en el cual los intelectuales españoles comienzan a plegarse frente a los modos y mentalidades franceses. Los historiadores no escriben por entonces sobre la Historia de España, sino que se afrancesan y se convierten así en unos imitadores artificiales de la nación vecina. Los intelectuales españoles se autoconvencen por entonces de que “hay que ser como los franceses”. Este cambio de óptica influirá en toda la cultura e incluso en la estimación de los intelectuales y su relación con el resto de la sociedad española.

¿Qué se puede hacer con este panorama? Según Elvira Roca, hay que llevar los temas al campo contrario, ahí donde no se llevan nunca. Pues hay un mundo entero por descubrir. Es preciso hacer incursiones en “el lado oscuro de Europa”, para que quede de una manera más equilibrada la posición de España.


Fernando García de Cortázar, Isabel San Sebastián y Antonio Pérez Henares, 
en la sesión final


Finalmente, Fernando García de Cortázar, catedrático de Historia y escritor, quiso poner de manifiesto que en estos momentos no solo se trata de reivindicar el sentido de España, sino también el sentimiento de España. Y el caso es que hay una enorme españolidad en el País Vasco y en Navarra.

Curiosamente, hay que decir que el “País Vasco” solo existe desde 1978, y le debe la configuración a la diócesis de Vitoria en el siglo XIX, que englobaba los territorios de lo que hoy es el País Vasco (Álava, Guipúzcoa y Vizcaya). Son territorios que desde hacía siglos formaban parte de la Corona de Castilla pero, paradójicamente, a día de hoy tienen un enorme rechazo al himno nacional y a los símbolos. Otro ejemplo de esta hostilidad de tiempos recientes es que el Museo Gugenheim de Bilbao debe ser uno de los pocos museos del mundo que no tiene placa conmemorativa de su inauguración, pues en tal placa debería figurar que fue inaugurada por el rey y he ahí la razón última de que no se quiera poner.

Cortázar habló de unas cuantas figuras vascas y navarras que son auténticos iconos de España, por el alcance de su obra y por su universalidad. Son los siguientes: Juan Sebastián Elcano, Miguel López de Legazpi (que conquistó las Filipinas), Ignacio de Loyola y Francisco Javier. Otros, quizá no tan conocidos, hicieron obras memorables, como Juan de Garay, que fundó Buenos Aires, y Juan de Goyeneche, un banquero, que realizó en Madrid el Nuevo Baztán, un proyecto ilustrado. América, por otra parte, está llena de nombres vascos, que reflejan la apertura de miras de aquellos hombres.

Hoy día suena extraño decirlo, pero Juan Sebastián Elcano, el hombre que circunnavegó la tierra, era un “castellano de Guipúzcoa”.

También habló Cortázar de algunas instituciones importantes, que se gestaron en el actual País Vasco y en Navarra, entre las que destacan los caballeritos de Azcoitia, que introdujeron la Ilustración en España y cuya sociedad fue el antecedente de las Sociedades Económicas de Amigos del País.

Más cerca de nuestros tiempos hay también algunas figuras clave que participaron en la cultura, como los escritores vascos y navarros de la Generación del 98: Maeztu, Baroja, Zuloaga, desde luego Unamuno. Y Blas de Otero, Celaya, Ángela Figuera.

Al catedrático Cortázar se le debe la expresión “patriotismo cultural”: es todo aquello que nos une a todos los españoles, desde Altamira hasta Picasso y que constituye una esperanza de recuperación de quiénes somos.



Para saber más:

El grupo “Escritores por la historia”, además de página de Facebook, tiene también una web, donde van publicando las convocatorias de sus siguientes actividades, que se realizan por toda España: http://www.escritoresconlahistoria.es/calendario/ 


Nieves Gómez Álvarez